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lunes, 5 de julio de 2010

BIBLIA Y EVOLUCION, ¿SON COMPATIBLES?

Los evolucionistas en general afirman que una población de animales se desarrolló gradualmente hasta formar una población de humanos, lo que contradice que en algún momento existiera un solo hombre. Por otro lado, la Biblia presenta un planteamiento muy distinto, pues afirma que nos originamos de un solo hombre, Adán. De hecho, habla de este primer hombre como un personaje histórico, e incluso menciona los nombres de su mujer y de algunos de sus hijos. Nos da detalles en cuanto a qué hizo, qué dijo, cuándo vivió y cuándo murió. Jesús nunca consideró este relato como un cuento para gente inculta. Es más, cuando en cierta ocasión se dirigió a instruidos líderes religiosos, les dijo: “¿No leyeron que el que los creó desde el principio los hizo macho y hembra [...]?” (Mateo 19:3-5). A continuación, refiriéndose a Adán y Eva, Jesús citó las palabras de Génesis 2:24.

Lucas, un escritor bíblico e historiador riguroso, presentó a Adán como una persona tan real como Jesús mismo, pues trazó la genealogía de Cristo retrocediendo hasta aquel primer hombre (Lucas 3:23-38). Y fíjese en lo que el apóstol Pablo dijo al dirigirse a un auditorio que contaba con la presencia de filósofos educados en las prestigiosas escuelas griegas: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él [...] hizo de un solo hombre toda nación de hombres, para que moren sobre la entera superficie de la tierra” (Hechos 17:24-26). Está claro que, según la Biblia, todos descendemos de “un solo hombre”. Entonces, ¿es compatible la evolución con lo que la Biblia enseña sobre el origen de la humanidad?


El hombre se aleja de la perfección


Según la Biblia, Jehová creó perfecto al primer hombre. Es imposible para Dios obrar de otro modo. El relato de la creación dice: “Dios procedió a crear al hombre a su imagen [...]. Después de eso vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, era muy bueno” (Génesis 1:27, 31). ¿En qué sentido era Adán un hombre perfecto?


----Mientras que la evolución presenta al hombre moderno como la versión mejorada de un animal, la Biblia lo presenta como la versión deteriorada de su antepasado perfecto----


Era perfecto porque tenía libertad de decisión y podía imitar a plenitud las cualidades divinas. La Biblia afirma: “El Dios verdadero hizo a la humanidad recta, pero ellos mismos han buscado muchos planes” (Eclesiastés 7:29). En efecto, fue Adán quien optó por rebelarse contra Dios. Como resultado, perdió la perfección y privó de ella a sus descendientes. Esto explica la frustración que sentimos cuando queremos hacer las cosas bien y no lo logramos. Es tal como escribió el apóstol Pablo: “Lo que deseo, esto no lo practico; sino que lo que odio es lo que hago” (Romanos 7:15).


Según la Biblia, un hombre perfecto podría vivir para siempre en perfecta salud. Por lo que Dios le dijo a Adán, es obvio que este no habría muerto jamás si hubiera sido obediente (Génesis 2:16, 17; 3:22, 23). Además, Jehová no habría calificado de ‘muy buena’ la creación del hombre si este hubiera tenido la tendencia a enfermar o a rebelarse. La pérdida de la perfección explica por qué el cuerpo humano, aunque maravillosamente diseñado, es vulnerable a deformidades y enfermedades. Por lo tanto, la evolución es incompatible con la Biblia: mientras que la evolución presenta al hombre moderno como la versión mejorada de un animal, la Biblia lo presenta como la versión deteriorada de su antepasado perfecto.


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“Cristo murió por nuestros pecados.” Seguro que usted sabe que esta es una doctrina básica del cristianismo (1 Corintios 15:3; 1 Pedro 3:18). Para que podamos entender por qué la evolución es incompatible con esta doctrina, primero necesitamos comprender por qué la Biblia dice que somos pecadores y qué efecto tiene el pecado en nosotros.
Todos somos pecadores en el sentido de que no podemos imitar a la perfección las gloriosas cualidades de Dios, como el amor y la justicia. Con razón la Biblia afirma: “Todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Las Escrituras enseñan que el pecado es la causa de la muerte. “El aguijón que produce muerte es el pecado”, declara 1 Corintios 15:56. Nuestra herencia pecaminosa también es responsable de las enfermedades que sufrimos. A este respecto, Jesús mismo mostró que hay una relación directa entre la enfermedad y el pecado, pues al sanar a un paralítico, le dijo: “Tus pecados te son perdonados” (Mateo 9:2-7).
¿Cómo nos beneficia la muerte de Jesús? La Biblia hace un contraste entre Adán y Jesucristo al decir: “Así como en Adán todos están muriendo, así también en el Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:22). Al sacrificar su vida, Jesús pagó el precio por el pecado que heredamos de Adán. De este modo, todo aquel que tenga fe en Jesucristo y le obedezca recibirá lo que Adán perdió: la vida eterna (Juan 3:16; Romanos 6:23).

http://www.watchtower.org/s/20080101a/article_01.htm

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