Umberto Eco contra las redes sociales: “es la
invasión de los necios”
El prestigioso escritor y filósofo
italiano causó revuelo al declarar que las redes sociales “le dan la palabra a
una legión de idiotas y frustrados que no accedieron a otros medios; es la
invasión de los necios” y le pidió a la prensa "crear un filtro para
mejorar la calidad de la información".
“Internet puede tomar el puesto del periodismo malo”
El filólogo italiano apunta al periodismo en su nueva novela, ‘Número Cero’. En ella habla de cómo se trata hoy la política, a base de sospechas y cotilleos
Una táctica que no es nueva, pero que Internet ha convertido en más creíble. Eco traza la historia de un editor que monta un periódico con el que chantajea a sus adversarios
Según informó el diario italiano La Stampa, Eco dijo en
Turín que “las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas
que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la
comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a
hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los necios”.
El escritor y filósofo italiano, de 83 años y experto en
semiótica, abrió la polémica durante una conferencia de prensa en el Gran
Palacio de la Real Escuela de Equitación en Turín, donde le otorgaron el
diploma Honoris causa en Comunicación y Cultura de los Medios de Comunicación
de la Universidad de Turín, la misma institución lo vio matricularse en
filosofía en el año de 1954.
“La televisión ha promovido al tonto del pueblo, con
respecto al cual el espectador se siente superior. El drama de Internet es que
ha promovido al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad”, dijo Eco,
ganador del premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en el
2000, e instó a “crear un filtro de información con un equipo de especialistas
en Internet, porque nadie es capaz de entender hoy en día si un sitio es de
confianza o no”.
FUENTES:
DIARIOS
diariodecultura.com.ar
/costumbres-y-tendencias/umberto-eco-contra-las-redes-sociales-es-la-invasion-de-los-necios/
elpais.com
/elpais/2015/03/26/eps/1427393303_512601.html
¿Quién es Umberto Eco?
o 26
NUEVA NOVELA LLAMADA EN ESPAÑOL “NÚMERO CERO”
Umberto
Eco tiene a la
entrada de su casa de Milán, antes de su desfiladero de libros, el periódico de
su pueblo (Alessandria, en el Piamonte), que recibe diariamente. Cuando le
pedimos fotos de su juventud se fue a un ordenador, que es el centro borgiano
de sualeph particular, su despacho, y encontró
las fotos que lo llevan al principio mismo de su vida, cuando era un crío de
pañales. Todo lo hace con eficacia y buen humor, y rápidamente; lleva en la boca,
casi siempre, el tabaco apagado con el que seguramente huye del tabaco. Tiene
una inteligencia directa, no rehúye nada, ni hace circunloquios. Acostumbrado a
pesar las palabras, las dice como si le vinieran dadas por un ejercicio
intelectual que tiene su reflejo en los pasillos superpoblados de esta casa que
se parece al paraíso de los libros.
Ya tiene 83 años; ha adelgazado,
pues lleva una dieta que lo alejó del whisky (con el que a veces almorzaba) y
de otros excesos, así que muestra el estómago achatado como una gloria
conquistada en una batalla sin sangre. Es uno de los grandes filólogos del
mundo; desde muy joven ganó notoriedad como tal, pero un día quiso demostrar
que el movimiento narrativo se demuestra andando y publicó, con un éxito
planetario, la novela El nombre de la rosa (1980), cuyo misterio, cultura e ironía
asombraron al mundo.
Paseamos junto al escritor. Física y
metafóricamente. Recorremos junto a él la imponente librería de su casa en
Milán, donde también reposan algunos de sus libros más exitosos, como El péndulo de Foucault y Apocalípticos e integrados.
En las mismas baldas también está su nueva novela, Número
Cero, que Lumen publica el 9 de abril, una ficción sobre el
periodismo inspirada en la realidad. Una mirada a la información en el siglo
XXI y a Internet, campo de batalla de las ideas, las noticias y las falsedades.
Controlar la veracidad de lo que aparece en la Red es, para Eco,
imprescindible. Una tarea a la que deberían dedicarse los periódicos
tradicionales, para que estos sigan siendo, en el futuro, garantes de la
democracia, la libertad y la pluralidad.
Desde ese éxito que hubiera
envanecido a cualquiera no ha dejado de trabajar, como filólogo y como
novelista, y desde entonces el profesor Eco es también el novelista Eco; ahora
aparece (en numerosos países del mundo, y en este momento en España) con una
nueva novela que le nace desde el centro mismo de sus intereses ciudadanos: él
se siente un periodista cuyo compromiso civil le ha llevado durante décadas a
hacer autocrítica del oficio; su novela Número Cero(traducción de
Helena Lozano) pinta a un editor que monta un periódico que no saldrá, pero
cuya presencia le sirve al magnate para intimidar y chantajear a sus
adversarios. ¿Puede pensarse legítimamente en que en ese editor está la
metáfora de Berlusconi, el gran magnate de los medios en Italia?, le pregunté a
Eco. El profesor dijo: “Si quiere ver en Vimecarte un Berlusconi, adelante,
pero hay muchos Vimecarte en Italia”.
Una novela sobre el periodismo. ¿Por
qué? Llevo
escribiendo críticas del oficio desde los años sesenta, además de tener en el
bolsillo el carné de periodista. Con Piero Ottone mantuve un buen debate
polémico sobre la diferencia entre noticia y comentario. Escribir sobre cierto
tipo de periodismo era una idea que me rondaba en la cabeza desde siempre. Hay
lectores que han encontrado en Número Cero el eco de muchos artículos míos, cuya
sustancia he utilizado porque ya se sabe que la gente se olvida mañana de lo
que leyó hoy. De hecho, algunos me han alabado. Por ejemplo, hay quienes han
aplaudido lo que escribo del desmentido en prensa, ¡y de eso escribí lo mismo
hace quince años! Así que abordé el tema porque lo llevo conmigo. Hasta el
principio del libro es muy mío, pues ese episodio en que el agua no sale del
grifo era también el principio de El péndulo de Foucault. Por
aquel entonces alguien me dijo que no era una buena metáfora, y la quité; pero,
para Número Cero, me gustó esa idea, el agua que se
retiene en el grifo y no sale, y tú esperas que al menos salga una gota. Me
gustó esa idea, bajé al sótano, encontré aquel primer manuscrito y la volví a
usar. Todo es así: en la discusión que hay con Bragadoccio [un periodista clave
en la trama deNúmero Cero]
sobre qué coche comprar, lo que escribo es un listado que hice en los años
noventa cuando yo mismo no sabía qué automóvil quería…
La novela está llena de referencias
al cinismo del editor que pone en marcha un periódico para extorsionar… Para chantajear… Tenía en mi mente a un
personaje de la historia de Italia, Pecorelli, un señor que hacía una especie
de boletín de agencia que jamás acababa en los quioscos. Pero sus noticias
terminaban en la mesa de un ministro y se transformaban enseguida en chantaje.
Hasta que un día fue asesinado. Se dijo que fue por orden de Andreotti, o de
otros… Era un periodista que hacía chantajes y no precisaba llegar a los quioscos:
bastaba con que amenazara con difundir una noticia que podría ser grave para
los intereses de otro… Al escribir el libro pensaba en ese periodismo que
existió siempre y que en Italia recibió recientemente el nombre de “máquina del
fango”.
¿En qué consiste? En que para deslegitimar al adversario no hace
falta que lo acuses de matar a su abuela o de que es un pedófilo: es suficiente
con difundir sospecha sobre sus actitudes cotidianas. En la novela aparece un
magistrado (que existió en realidad) sobre el que se lanzan sospechas, pero no
se lo descalifica directamente, se dice simplemente que es estrafalario, que
usa calcetines de colores… Es un hecho verdadero, consecuencia de la máquina
del fango.
El editor, el director del periódico
que no llega a salir, dice a través de su testaferro: “Es que la noticia no
existe, es el periodista el que la crea”. Sí, naturalmente. Mi novela no es solo un acto
de pesimismo sobre el periodismo de fango; acaba con un programa de la BBC, que
es un ejemplo de buen hacer. Porque hay periodismo y periodismos. Lo llamativo
es que cuando se habla del malo, todos los periódicos tratan de hacer creer que
se está hablando de otros… Muchos diarios se han reconocido en Número
Cero, pero han hecho como que estaba hablando de otro.
El periodista en concreto está
retratado también como un paranoico en busca de historia cueste lo que cueste,
y babea cuando cree encontrarla… Ocurre cuando Bragadoccio encuentra la autopsia
de Mussolini… Siempre he dicho, también cuando escribía novelas históricas, que
la realidad es más novelesca que la ficción. En La
isla del día antes describo
a un personaje haciendo un extraño experimento para descubrir las longitudes;
es muy cómico, y la gente dijo: “Mira qué bonita la invención de Eco”. Pues era
de Galileo, que también tenía ideas locas de vez en cuando y había inventado
esta máquina para vendérsela a los holandeses. Si buceas en la historia puedes
hallar episodios más dramáticos, más cómicos, y también más verdaderos, que los
que puede inventar cualquier novelista. Por ejemplo, mientras busqué material
paraNúmero Cero hallé la autopsia entera de Mussolini.
Ningún narrador de la pesadilla y del horror ha conseguido jamás imaginarse una
historia como esta, y es verdadera. Y se la serví al personaje Bragadoccio,
periodista de investigación, que babeaba mientras la iba utilizando para su
crónica sobre la conspiración que se inventó.
Y usted no la inventó, claro. Está en Internet, es así. Luego es muy fácil
imaginar que un personaje tan paranoico y tan obsesivo como ese periodista
empiece a gozar tanto de la autopsia como de las calaveras que encuentra en la
iglesia de Milán por donde pasa su historia. También en este caso de la iglesia
todo es verdadero: he intentado dibujar una Milán secreta, con esas calles, esas
iglesias, que albergan realidades que parecerían fantasías…
Ahora la realidad y la fantasía
tienen un tercer aliado, Internet, que ha cambiado por completo el periodismo.Internet
puede haber tomado el puesto del periodismo malo… Si sabes que estás leyendo un
periódico como EL PAÍS, La Repubblica,Il Corriere della Sera…,
puedes pensar que existe un cierto control de la noticia y te fías. En cambio,
si lees un periódico como aquellos ingleses de la tarde, sensacionalistas, no
te fías. Con Internet ocurre al contrario: te fías de todo porque no sabes
diferenciar la fuente acreditada de la disparatada. Piense tan solo en el éxito
que tiene en Internet cualquier página web que hable de complots o que se inventen
historias absurdas: tienen un increíble seguimiento, de navegadores y de
personas importantes que se las toman en serio.
En este momento ya es difícil pensar
en el mundo del periodismo que protagonizaban, aquí, en Italia, gente como
Piero Ottone o Indro Montanelli… ¡Pero la crisis del periodismo en el mundo
empezó en los cincuenta y sesenta, justo cuando llegó la televisión, antes de
que ellos desaparecieran! Hasta entonces el periódico te contaba lo que pasaba
la tarde anterior, por eso muchos se llamaban diarios de la tarde: Corriere
della Sera, Le Soir, La
Tarde, Evening Standard… Desde la
invención de la televisión, el periódico te dice por la mañana lo que tú ya
sabías. Y ahora pasa igual. ¿Qué debe hacer un diario?
Dígalo usted. Tiene que convertirse en un semanal. Porque un
semanal tiene tiempo, son siete días para construir sus reportajes. Si lees Time o Newsweek ves que varias personas han
contribuido a una historia concreta, que han trabajado en ello semanas o meses,
mientras que en un diario todo se hace de la noche a la mañana. Un periódico
que en 1944 tenía 4 páginas hoy tiene 64, con lo cual tiene que rellenar
obsesivamente con noticias repetidas, cae en el cotilleo, no puede evitarlo…
La crisis del periodismo, entonces, ha empezado hace casi cincuenta años y es
un problema muy grave e importante.
¿Por qué es tan grave? Porque es cierto que, como decía Hegel, la
lectura de los periódicos es la oración de la mañana del hombre moderno. Y yo
no consigo tomarme mi café de la mañana si no hojeo el diario; pero es un
ritual casi afectivo y religioso, porque lo hojeo mirando los titulares, y por
ellos me doy cuenta de que casi todo lo había sabido la noche anterior. Como
mucho, me leo un editorial o un artículo de opinión. Esta es la crisis del
periodismo contemporáneo. ¡Y de aquí no se sale!
¿De veras cree que no? El periodismo podría tener otra función. Estoy
pensando en uno que haga una crítica cotidiana de Internet, y es algo que
ocurre poquísimo. Un periodismo que me diga: “Mira qué hay en Internet, mira
qué cosas falsas se están diciendo, reacciona ante ello, yo te lo muestro”. Y
eso se puede hacer tranquilamente. Sin embargo, se piensa aún que el diario
está hecho para que lo lean unos señores viejos –ya que los jóvenes no leen—que
además no usan Internet. Habría que hacer, pues, un periódico que se convierta
no solo en la crítica de la realidad cotidiana, sino también en la crítica de
la realidad virtual. Este es un posible futuro para un buen periodismo.
En su novela un editor concibe un
periódico que no va a salir, para dar miedo. ¿Es una metáfora de lo que sucede?Y no solo.
En Número Cero profundizo
en la técnica del dossier. El chantaje consiste en anunciar una
documentación, un informe. La carpeta puede estar vacía, pero la amenaza de que
existe basta: cada uno de nosotros tiene un cadáver en el armario o a lo mejor
ha tenido una multa por exceso de velocidad hace treinta años. La amenaza de la
existencia de un dossier es fundamental. La técnica del expediente
es como la técnica del secreto. Filósofos ilustres como Simmel y otros han
dicho que el secreto más poderoso es el secreto vacío. Además, es una técnica
infantil: el niño dice (burlándose): “¡Yo sé una cosa que tú no sabes!”. Decir
que sabes una cosa que el otro no sabe es una amenaza. Muchos de los secretos
están vacíos y por eso son mucho más poderosos. Luego vas a ver los verdaderos
informes y solo son recortes de prensa. Se venden a un Gobierno y a los
servicios secretos o a la policía y son dossieres vacíos, llenos de cosas que sabíamos
todos menos los servicios secretos.
Número Cero es una novela de ficción, pero todo
se puede verificar en la realidad… Es el periodismo real del que hablo. Los
periódicos especializados en la máquina del fango existen. No todos los diarios
usan esta máquina, pero existen los que la utilizan, y por una modesta suma de
dinero te podría dar los nombres…
¿Y cómo se sale del fango? Dando noticias acreditadas. Además, ¿qué es la
máquina del fango? Normalmente se utiliza para deslegitimar al adversario y
desprestigiarlo sobre cuestiones privadas. Quiero decir que en la época áurea
si no te gustaba un presidente de Estados Unidos, ya fuera Lincoln o Kennedy,
lo matabas; era por así decirlo un procedimiento honesto, como se hace en la
guerra… En cambio, con Nixon y con Clinton se produjo una deslegitimación
basada en cuestiones privadas. Uno incitaba a robar papeles, el otro hacía
cosas con una chica en su estudio… Esta es la máquina del fango. Podrías haber
dicho, cosa que no ocurrió en Estados Unidos, que Kennedy se acostaba con
Marilyn Monroe; la máquina del fango hubiera utilizado eso… A aquel juez de
Rímini de mi libro (que existió realmente, en otra ciudad) le pusieron encima
la máquina del fango: llevaba calcetines estrafalarios, fumaba demasiado. En
realidad, había dictado una sentencia que por aquel entonces no le había
gustado a Berlusconi. Y lo que hizo la maquinaria del ex primer ministro fue
buscar su desprestigio a través de episodios menores. Puedes deslegitimar a
Netanyahu por lo que hace con Palestina. Pero si lo acusas, pongo por caso, de
pedófilo, entonces ya no estarás funcionando con hechos, sino que estás
poniendo en marcha la máquina del fango.
Frente a la máquina del fango… Las pruebas, las noticias contrastadas. Para la
máquina del fango es suficiente con difundir una sombra de sospecha o trabajar
sobre un cotilleo menor. Al fin y al cabo, en Italia, Berlusconi fue puesto
contra las cuerdas contando lo que hacía por la noche en su casa. Se podían
decir de él, y se han dicho, cosas mucho más graves, sobre sus conflictos de
intereses, por ejemplo. Pero eso dejaba al público indiferente. Y en cuanto se
probó que iba con una menor de edad entonces se le puso en dificultades. ¡Como
ves, hasta defiendo a Berlusconi! Él ha sido vencido a partir de revelaciones
sobre su vida privada más que por noticias sobre hechos verdaderos y otras
cosas de las que es responsable.
Cita usted en su libro la Operación
Gladio en relación con sucesos que ocurrieron tras la Guerra Mundial… Entran
ahí hasta las sospechas sobre la autoría de la matanza de los abogados de
Atocha… Aquella sombra de la extrema derecha ahora vuelve al mundo con los
atentados islamistas. Un mundo sombrío otra vez. ¿Qué opina de este momento
otra vez sangriento, protagonizado esta vez por los terroristas yihadistas? Es como el nazismo: pensaba restablecer la
dignidad del pueblo alemán matando a todos los judíos. ¿De dónde nace el
nazismo? De una profunda frustración. Habían perdido una guerra y es en los
momentos de grandes crisis cuando el cacique del pueblo puede congregar a la
opinión pública alrededor del odio hacia un enemigo. Ocurre ahora con el mundo
musulmán: tres siglos de frustración, tras el imperio otomano, tras el
imperialismo, surge esa frustración en forma de odio y de fanatismo…
¿Y cómo se lucha contra eso? No lo sé. Estaba muy claro cómo se podía luchar
contra el fanatismo nazi porque los nacionalsocialistas se encontraban en un
territorio identificable. Aquí la cosa es más compleja.
¿Tiene miedo? No por mí: por mis nietos.
Usted ha escrito un libro en el que
un periódico del fango da batallas sucias sin salir a la calle… ¿Concibe que un
día no haya periódicos? Es un riesgo
muy grave porque, después de todo lo que he dicho de malo sobre el periodismo,
la existencia de la prensa es todavía una garantía de democracia, de libertad,
porque precisamente la pluralidad de los diarios ejerce una función de control.
Pero para no morir el periódico tiene que saber cambiar y adaptarse. No puede
limitarse solamente a hablar del mundo, puesto que de ello ya habla la
televisión. Ya lo he dicho: tiene que opinar mucho más del mundo virtual. Un
periódico que sepa analizar y criticar lo que aparece en Internet hoy tendría
una función, y a lo mejor incluso un chico o una chica jóvenes lo leerían para
entender si lo que encuentra online es verdadero o falso. En cambio, creo
que el diario funciona todavía como si la Red no existiera. Si miras el
periódico de hoy, como mucho encontrarás una o dos noticias que hablan de la
Red. ¡Es como si los rotativos no se ocuparan nunca de su mayor adversario!
¿Es su adversario? Sí. Porque lo puede matar.
Umberto Eco:
¿Quién es Umberto Eco?
Nació en el Piamonte, en Italia, donde fue
educado por los salesianos. En 1954 se doctoró en Filosofía y Letras en la
Universidad de Turín, centro en el que también fue profesor, además de en las
Universidades de Florencia, Milán y Bolonia. Rozando los 50 años, Umberto Eco
obtuvo uno de sus mayores éxitos literarios con su novela El
nombre de la rosa, traducida a numerosos idiomas y llevada al cine.
A lo largo de su trayectoria ha logrado numerosos reconocimientos, como el
Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en el año 2000. Es
también caballero de la Gran Cruz de la Orden del Mérito de la República
Italiana y caballero de la Legión de Honor francesa.
FUENTES:
DIARIO
diariodecultura.com.ar
/costumbres-y-tendencias/umberto-eco-contra-las-redes-sociales-es-la-invasion-de-los-necios/
DIARIO ESPAÑOL
elpais.com
/elpais/2015/03/26/eps/1427393303_512601.html
¿Quién es Umberto Eco?
ENLACES ACTIVOS
¿Quién es Umberto Eco?
No hay comentarios:
Publicar un comentario