¿Por qué murío el hijo de David y Ba-Seba?
Desde que nacemos en este mundo, todos
vamos caminando hacia la muerte.
Los humanos somos afectados por
decisiones de nuestros padres y gobernantes, sea que nos guste o no.
Por ejemplo, si los padres han tomado
drogas que dañan el sistema reproductivo, los bebés pueden nacer
debilitados o con problemas desde su nacimiento y morir antes que
otros.
Igualmente, en países en que hay
hambre y guerras, la muerte puede venir mas pronto que a la mayoría.
Dios, el Creador de todo el universo y
Juez de toda la tierra, puede decidir extender la vida de algunos o
acortar la de otros segun lo juzgue apropiado a su propósito. Vea
Génesis 18:25.
Eso lo demostró cuando libró a los
Israelitas de la esclavitud y el cautiverio en Egipto.
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Sobre el rey David:
La Ley de Dios en el Israel antiguo
castigaba el adulterio con pena de muerte, según Deuteronomio 22:22.
Dios misericordiosamente perdonó la
vida de David y Bat-seba. Obviamente el bebé
hubiera muerto junto con Bat-Seba de ejecutarse el castigo indicado.
Tampoco sabemos si
el bebé venía con algun problema congénito de salud que hubiera
causado su muerte prematura. Los humanos de entonces no sabían de
tales problemas.
Dios si puede
verlos, David dice que los ojos de Dios pueden ver el embrión (Salmo
139).
En algunos casos
Dios ha decidido alargar la vida de algunas personas, según su
propósito. Ese fue el caso de Ezequías, cuya vida fue extendida 15
años.
En otros casos, Dios
puede elegir no extender la vida de una persona.
Además, en el
lenguaje de la Biblia se mencionan casos en que Dios “hace”algo,
cuando en realidad lo que hace es permitirlo.
Dios eligió no
extender la vida del hijo de David y Bat-seba.
No
tenemos todos los hechos.
No
sabemos la salud que pudo haber tenido el niño al nacer. De todos
modos, podemos aceptar la manera como Dios trató este caso,
confiando en que lo que hizo fue imparcial, sabio y justo. Incluso el
mismo David reconoció más tarde: “En cuanto al Dios verdadero,
perfecto es su camino”. (2 Samuel 22:31; compárese con Job
34:12; Isaías 55:11.)
Lo que acaba de
mencionarse encaja con el modo como David reaccionó al oír el
juicio de Dios. Mientras el niño estuvo enfermo, David lloró y
ayunó. Pero una vez hubo muerto, David se dio cuenta de que el caso
había terminado. (2 Samuel 12:22, 23.) Confiando en el
juicio de Dios, David procedió a consolar a Bat-seba (ahora su
esposa legal), garantizándole que su matrimonio continuaría.
Después les nació Salomón, quien llegó a ser el sucesor de David.
El modo como Dios
trató ese caso no debe verse como una contradicción de Deuteronomio
24:16 o Ezequiel 18:20.
Una parte de la Ley
decía: “Padres no deben ser muertos a causa de hijos, e hijos no
deben ser muertos a causa de padres. Cada cual debe ser muerto por su
propio pecado”. (Deuteronomio 24:16.) Estas instrucciones eran para
los jueces israelitas que trataban casos legales. Los jueces no
podían leer el corazón. Tenían que tratar cada caso sobre la base
de la conducta del implicado, establecida por los hechos.
De modo similar,
Ezequiel 18:20 dice: “Un hijo mismo no llevará nada debido al
error del padre, y un padre mismo no llevará nada debido al error
del hijo. Sobre sí mismo la misma justicia del justo llegará a
estar y sobre sí mismo la misma iniquidad del inicuo llegará a
estar”. Esas palabras se referían primariamente a los adultos. El
contexto habla de un hijo que veía la maldad de
su padre pero que no participaba en ella; en vez de eso, llevaba a
cabo las decisiones judiciales de Jehová y andaba en Sus estatutos.
Un hijo así sería conservado con vida cuando su padre muriera.
(Ezequiel 18:14-17.)
Aun así, es
innegable que los hijos pueden sufrir las consecuencias del proceder
de sus padres. Los padres que son derrochadores o insensatos pueden
acarrear pobreza a toda la familia. O imagínese cómo afectaría a
los hijos el que un padre delincuente fuera sentenciado a prisión.
Incluso las calamidades que Dios trajo justamente sobre Israel por su
iniquidad afectaron a los hijos en aquel tiempo. (Deuteronomio
28:15, 20-32; Ezequiel 8:6-18; 9:5-10.) Por esa razón, Dios
instó a su pueblo de la siguiente manera: “Y tienes que escoger la
vida a fin de que te mantengas vivo, tú y tu prole, amando a Jehová
tu Dios, escuchando su voz y adhiriéndote a él; porque él es tu
vida y la longitud de tus días”. (Deuteronomio 30:19, 20.)
La experiencia de
David y Bat-seba debería hacer reflexionar a los padres sobre cómo
su propia conducta puede afectar de manera importante a sus hijos. Si
los padres ‘están en temor del nombre de Dios, el sol de la
justicia puede brillar’ para bendición de toda la familia.
(Malaquías 4:2.)
=
La Biblia.
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