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domingo, 17 de febrero de 2013

SEÑALES QUE SE CUMPLEN, PONERLAS A PRUEBA

La Biblia dice claro en Deuteronomio capitulo 13:1-3

(Reina-Valera RVR1995)

Deuteronomio 13

1 »Cuando se levante en medio de ti un profeta[a] o soñador de sueños,[b] y te anuncie una señal o un prodigio,

2 si se cumple la señal o el prodigio que él te anunció, y te dice: "Vayamos tras dioses ajenos --que tú no conoces-- y sirvámoslos",

3 no escucharás las palabras de tal profeta ni de tal soñador de sueños, porque Jehová, vuestro Dios, os está probando para saber si amáis a Jehová, vuestro Dios, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma.»

Aunque se cumpliera una señal, un siervo de Dios no debe escuchar a un maestro que promueve la idolatría y no viene en nombre de Jehová (o Yavé).

Las notas al pie tienen comentarios acertados en este caso:

[a] Deuteronomio 13:1 Los profetas solían añadir a sus palabras algunas señales portentosas para confirmar la verdad de su mensaje (Ex 4.29-31; 1 R 18.36-39; Is 38.7-8). Pero también los falsos profetas realizaban a veces hechos extraordinarios que podían engañar a los más desprevenidos (cf. Ex 7.11; Mt 24.24; Hch 8.11; 2 Ts 2.9; Ap 13.13), lo que hace necesario tener un criterio seguro para distinguir al verdadero profeta del falso. Aquí la incitación a la idolatría es un criterio inequívoco para identificar al falso profeta. Cf. Dt 18.15-22.

[b] Deuteronomio 13:1 Soñador de sueños: o visionario. En la antiguedad se consideraba que los sueños eran un medio para comunicar la voluntad de Dios o de los dioses (cf. Nm 12.6; 1 R 3.5). Pero tales sueños podían ser causa de ilusiones y engaños, como en el caso presente. Cf. Jer 23.25.

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Los papas y otros líderes religiosos han hecho anuncios que no se cumplieron.

Gregorio I, papa de 590 a 604 E.C., dijo lo siguiente en una carta dirigida a cierto monarca europeo: “También deseamos que Su Majestad sepa, según hemos aprendido de las palabras del Dios Todopoderoso en las Santas Escrituras, que el fin del mundo actual ya está cerca y que el perdurable Reino de los Santos se aproxima”.

En el siglo XVI, Martín Lutero, fundador de la Iglesia Luterana, predijo que el fin era inminente. Según cierta autoridad, él indicó: “En lo que a mí respecta, estoy seguro de que el día del juicio está a la vuelta de la esquina”.

Respecto a uno de los primeros grupos bautistas se dice: “Los anabaptistas de principios del siglo XVI creían que el Milenio empezaría en 1533”.

“Edwin Sandys (1519-1588), arzobispo de York y primado de Inglaterra [...] [dijo que] ‘podemos estar seguros de que esta venida del Señor está cerca’.”

De William Miller, a quien generalmente se considera fundador de la Iglesia Adventista, se citan las siguientes palabras: “Estoy plenamente convencido de que Cristo vendrá entre el 21 de marzo de 1843 y el 21 de marzo de 1844, según el método judío de computar el tiempo”.

Pero ¿por qué ha habido tanto afán a través de los siglos y hasta el día de hoy por dar falsas alarmas, como Jesús dijo que sucedería? (Mateo 24:23-26.) Después de hablar a sus seguidores acerca de diferentes sucesos que señalarían su regreso, él les dijo lo que leemos en Mateo 24:36-42: “Respecto a aquel día y hora nadie sabe, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino solo el Padre. Porque así como eran los días de Noé, así será la presencia del Hijo del hombre. [...] Manténganse alerta, pues, porque no saben en qué día viene su Señor”.

No solo se les dijo que estuviesen alerta y preparados, sino también que vigilaran con actitud anhelante. Romanos 8:19 dice:

“Porque la expectación anhelante de la creación aguarda la revelación de los hijos de Dios”.

Cuando esperamos y ansiamos fervientemente algo y lo aguardamos con expectación anhelante, nuestra naturaleza hace que surja en nuestro interior la poderosa tentación de verlo a las puertas aun cuando no se disponga de pruebas suficientes. Debido a nuestro anhelo, cabe la posibilidad de dar falsas alarmas.

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