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sábado, 16 de febrero de 2013

DIOS NO ES PARCIAL

DEUTERONOMIO 32:8-9 lee así: (Reina-Valera RVR1995)

"8 Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones,
cuando hizo dividir a los hijos de los hombres,
estableció los límites de los pueblos
según el número de los hijos de Israel.

9 Porque la porción de Jehová es su pueblo;
Jacob, la heredad que le tocó."

Algunos han interpretado este pasaje y el de Romanos 13 en el sentido que  habría un  "Derecho divino de los Reyes" y que Dios apoyaría las divisiones actuales que hay en el mundo.

Pero la Biblia muestra otra cosa.

Hechos 10:34 dice sin rodeos: “Dios no es parcial”. La Biblia también afirma que “no trata a nadie con parcialidad” y que “con Jehová nuestro Dios no hay injusticia ni parcialidad” (Deuteronomio 10:17; 2 Crónicas 19:7). Como se ve, Dios detesta el favoritismo, e incluso lo considera una injusticia.

Ahora usted quizás diga: “¿No dio preferencia Dios al antiguo Israel sobre las demás naciones? ¿No es eso una muestra de parcialidad?”. Es un hecho que Dios escogió en tiempos bíblicos a ese pueblo y que lo protegió en varias de sus luchas con otras naciones. También hay que aceptar que las Escrituras dicen de Dios: “Está anunciando su palabra a Jacob, sus disposiciones reglamentarias y sus decisiones judiciales a Israel. No ha hecho así a ninguna otra nación” (Salmo 147:19, 20). Pero ¿da a entender su forma de tratar a Israel que Dios sea parcial? No, de ninguna manera. Veamos tres razones.

En primer lugar, Dios escogió a Israel para beneficiar a TODAS LAS NACIONES. El pacto que celebró con Abrahán, el antepasado de los israelitas, fue el siguiente: “Mediante tu descendencia ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra” (Génesis 22:17, 18). En efecto, el propósito de Dios al tratar con Israel era producir la “descendencia” que traería grandes bendiciones, no solo para una nación, sino para “todas las naciones de la tierra”.

En segundo lugar, las bendiciones divinas jamás estuvieron LIMITADAS a los israelitas. Sin ningún rastro de favoritismo, el Altísimo abrió las puertas para que otras personas lo adoraran tal como lo hacía Su pueblo escogido (2 Crónicas 6:32, 33). Muchos aceptaron la invitación, y fueron bendecidos. Este fue el caso de Rut, la moabita, por citar solo un relato bien conocido (Rut 1:3, 16).

Por último, la relación especial entre Dios y el pueblo de Israel fue TEMPORAL. En el año 29 de nuestra era salió de esta nación la predicha “descendencia”, el Mesías, Jesucristo (Gálatas 3:16). Pero en vista de que sus compatriotas no lo aceptaron como tal, Jesús les dijo: “¡Miren! Su casa se les deja abandonada a ustedes” (Mateo 23:38). A partir de entonces, al tratar con la humanidad, Dios se ha mantenido apartado de las naciones y sus pleitos, y lejos de mostrar parcialidad, ha puesto sus bendiciones al alcance de toda la humanidad.

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