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martes, 16 de noviembre de 2010

PURGATORIO EN LA BIBLIA NO ESTA.

MITOS SOBRE LA VIDA Y LA MUERTE

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"¿Debería usted tenerle miedo a la muerte?

Mitos sobre la muerte bajo examen

A lo largo de la historia, la sombría perspectiva de morir ha desconcertado y asustado al ser humano. Es más, el temor a perder la vida se ha intensificado por una combinación de ideas religiosas falsas, costumbres populares y creencias personales muy arraigadas. El problema de abrigar dicho temor es que puede impedirnos disfrutar de la vida y socavar nuestra convicción de que la vida tiene sentido.

Las religiones mayoritarias son especialmente censurables por fomentar diversos mitos populares sobre la muerte. Lo invitamos a examinar unos cuantos a la luz de la verdad bíblica y ver si su manera de percibir la muerte queda más clara.

---Mito número 1: La muerte es el fin natural de la vida.

“La muerte [...] es parte integral de la vida”, afirma el libro Death—The Final Stage of Growth (La muerte: etapa final del desarrollo). Comentarios de este tipo reflejan la idea de que la muerte es algo normal, el fin natural de todo organismo vivo. A su vez, esta forma de pensar ha fomentado el oportunismo y la filosofía nihilista, que niega todo valor moral.

Ahora bien, ¿es la muerte en realidad el fin natural de la vida? No todos los investigadores llegan a esa conclusión. Por ejemplo, Calvin Harley, biólogo especializado en el envejecimiento humano, afirmó en una entrevista que no cree que el hombre “haya sido programado para morir”. Por su parte, el inmunólogo William Clark hizo esta observación: “La muerte no está entretejida inseparablemente con la definición de la vida”. Y Seymour Benzer, del Instituto de Tecnología de California, expuso así su reflexión: “El proceso de envejecimiento no es comparable a un reloj, sino a una secuencia que esperamos ser capaces de alterar”.

Los científicos quedan perplejos cuando analizan el diseño del ser humano, pues descubren que estamos dotados de recursos y aptitudes que sobrepasan con creces las necesidades de una vida de 70 u 80 años. Han hallado, por ejemplo, que el cerebro humano posee una inmensa capacidad de memorizar. Cierto investigador calculó que la información que puede almacenar este órgano “llenaría unos veinte millones de volúmenes, tantos como los que albergan las mayores bibliotecas del mundo”. Algunos neurocientíficos creen que en toda una vida solo se utiliza una diezmilésima parte (0,0001) del potencial del cerebro. Así que cabe preguntarse: “¿Por qué posee el cerebro tal capacidad si durante la vida solo empleamos una minúscula fracción de ella?”.
Pensemos también en la reacción tan poco natural del ser humano ante la muerte. Para la gran mayoría, la muerte de un cónyuge o un hijo puede convertirse en la experiencia más traumática de la vida. La pérdida de un ser querido puede perturbar por largo tiempo nuestro entero equilibrio emocional. Hasta a quienes afirman que la muerte es un fenómeno natural les cuesta aceptar la idea de que su propia muerte signifique el fin de todo. La publicación British Medical Journal aludió a la “habitual suposición de los expertos de que todo el mundo desea vivir lo máximo posible”.

---El problema del miedo a morir es que puede impedirnos disfrutar de la vida

En vista de la reacción general del hombre ante la muerte, del sorprendente potencial para memorizar y aprender, así como del anhelo interno de existir eternamente, ¿no resulta obvio que fuimos creados para vivir? De hecho, Dios no nos creó con la muerte como el desenlace natural, sino con la perspectiva de vivir indefinidamente. Veamos qué clase de futuro puso Dios ante la primera pareja humana: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra” (Génesis 1:28). ¡Qué futuro eterno tan maravilloso!
Mito número 2: Dios se lleva a las personas para que estén con él.

Una madre moribunda de 27 años de edad que dejaba tres hijos le dijo a una monja católica: “No me diga que es la voluntad de Dios. [...] No soporto que me digan eso”. Sin embargo, esto es lo que muchas religiones enseñan, que la gente muere porque Dios se la lleva con él.

¿Es el Creador en realidad tan cruel que quita la vida sin inmutarse, sabiendo que con ello nos destroza el corazón? No, el Dios de la Biblia no es así. Según 1 Juan 4:8, “Dios es amor”. Notemos que no dice que tenga amor o que sea amoroso, sino que es amor. Su amor es tan intenso, tan puro, tan perfecto, está tan presente en su personalidad y sus acciones, que con toda propiedad se puede decir que es la mismísima personificación del amor. Él no es un Dios que se lleve a la gente.

La religión falsa ha causado mucha confusión sobre dónde y en qué condición se encuentran los muertos. Cielo, infierno, purgatorio y limbo: estos y otros destinos suscitan desde incomprensión hasta terror absoluto. La Biblia, por otro lado, nos aclara que los muertos están inconscientes, en un estado comparable al sueño (Eclesiastés 9:5, 10; Juan 11:11-14). De modo que no deberíamos preocuparnos respecto a lo que sucede tras la muerte más de lo que nos preocuparíamos por alguien profundamente dormido. Jesús habló del tiempo en que ‘todos los que estuvieran en las tumbas conmemorativas saldrían’ a una vida nueva en un paraíso terrestre (Juan 5:28, 29; Lucas 23:43)." "

PASAJE QUE SUELE USARSE PARA JUSTIFICAR UN PURGATORIO:

1 Corintios 3:12,13

¿Qué representa el “fuego” de la ilustración de Pablo en 1 Corintios 3:12, 13, y de qué deben ser conscientes todos los cristianos?

Hay un fuego al que todos nos enfrentamos en la vida: las pruebas de nuestra fe (Juan 15:20; Santiago 1:2, 3). Se probará a todos aquellos a quienes enseñamos la verdad. Si no les enseñamos bien, las consecuencias pueden ser desastrosas, como advirtió Pablo (1 Corintios 3:15).

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