El relato de Jonás ha sido cuestionado por los críticos...¡pero a veces
son los mismos críticos que dicen que "no puede haber milagros"!
Otros, para evitar ir contra la corriente, prefieren tildarlo de "parábola", o "cuento"..
Sin embargo, ha habido relatos del siglo 19 sobre un pescador que cayó de un barco, fue tragado por un pez grande y sobrevivió.
Sus compañeros capturaron el pez, lo abrieron con cuidado. El hombre estuvo con su piel algo quemada por los jugos gástricos pero sobrevivió...
Algunos dicen: ‘Imposible. Ninguna criatura marina puede tragarse a un hombre’. No obstante, el cachalote y el enorme tiburón blanco sí pueden hacerlo. La revista National Geographic (diciembre de 1992) mencionó otra posibilidad:
---EL TIBURÓN BALLENA. Es el mayor escualo, y puede llegar a medir 28 metros de longitud y pesar hasta 70 toneladas.
“La peculiar anatomía del aparato digestivo del tiburón ballena trae a la memoria la historia de Jonás. Usted puede imaginarse la descomunal boca del escualo succionándolo accidentalmente [...]. En las cavernosas fauces de un tiburón ballena adulto no muy grande cabrían con facilidad un par de Jonases.”
El tiburón ballena se alimenta de plancton y kril, que “filtra en el esófago y engulle en la enorme y dilatable cocina de banquetes que es su estómago cardial”. Pero ¿cómo podría salir de allí? La revista National Geographic sigue diciendo: “Los tiburones tienen un método para deshacerse sin brusquedad de los objetos grandes que se han tragado y resultan difíciles de digerir [...]. El tiburón puede vaciar su estómago cardial invirtiéndolo y sacándolo por la boca para expulsar su contenido. [...] De modo que usted podría salir deslizándose sobre una capa mucosa, más viscoso, pero más sabio debido a la experiencia”.
En la actualidad no se han hallado tiburones ballena en el Mediterráneo, aunque se han visto en lugares tan septentrionales como la ciudad de Nueva York. ¿Se internaban en aguas mediterráneas en tiempos de Jonás? Nadie lo sabe con certeza. La Biblia no especifica qué criatura marina utilizó Jehová.
---Sin embargo, Jesús mismo confirmó la veracidad del relato de Jonás. (Mateo 12:39, 40.)
Se dijo que no existía ningún pez capaz de engullir a un hombre.
Otros, para evitar ir contra la corriente, prefieren tildarlo de "parábola", o "cuento"..
Sin embargo, ha habido relatos del siglo 19 sobre un pescador que cayó de un barco, fue tragado por un pez grande y sobrevivió.
Sus compañeros capturaron el pez, lo abrieron con cuidado. El hombre estuvo con su piel algo quemada por los jugos gástricos pero sobrevivió...
Algunos dicen: ‘Imposible. Ninguna criatura marina puede tragarse a un hombre’. No obstante, el cachalote y el enorme tiburón blanco sí pueden hacerlo. La revista National Geographic (diciembre de 1992) mencionó otra posibilidad:
---EL TIBURÓN BALLENA. Es el mayor escualo, y puede llegar a medir 28 metros de longitud y pesar hasta 70 toneladas.
“La peculiar anatomía del aparato digestivo del tiburón ballena trae a la memoria la historia de Jonás. Usted puede imaginarse la descomunal boca del escualo succionándolo accidentalmente [...]. En las cavernosas fauces de un tiburón ballena adulto no muy grande cabrían con facilidad un par de Jonases.”
El tiburón ballena se alimenta de plancton y kril, que “filtra en el esófago y engulle en la enorme y dilatable cocina de banquetes que es su estómago cardial”. Pero ¿cómo podría salir de allí? La revista National Geographic sigue diciendo: “Los tiburones tienen un método para deshacerse sin brusquedad de los objetos grandes que se han tragado y resultan difíciles de digerir [...]. El tiburón puede vaciar su estómago cardial invirtiéndolo y sacándolo por la boca para expulsar su contenido. [...] De modo que usted podría salir deslizándose sobre una capa mucosa, más viscoso, pero más sabio debido a la experiencia”.
En la actualidad no se han hallado tiburones ballena en el Mediterráneo, aunque se han visto en lugares tan septentrionales como la ciudad de Nueva York. ¿Se internaban en aguas mediterráneas en tiempos de Jonás? Nadie lo sabe con certeza. La Biblia no especifica qué criatura marina utilizó Jehová.
---Sin embargo, Jesús mismo confirmó la veracidad del relato de Jonás. (Mateo 12:39, 40.)
Se dijo que no existía ningún pez capaz de engullir a un hombre.
Los hechos muestran lo contrario.
El CACHALOTE, tiene una cabeza grandísima. Ocupa casi la tercera parte de su tamaño. Puede tragarse sin problemas a un hombre enterito. (Vea el libro Mammals of the World, de Walker,
revisión de R. Nowak y J. Paradiso, 1983, vol. 2, pág. 901.) Coincidentmente, hay indicación que Jope fue antiguamente un puerto
ballenero.
Debido al carácter sobrenatural de muchos eventos mencionados en el libro de Jonás, a menudo ha sido atacado por críticos de la Biblia. El levantamiento del viento tempestuoso y su rápido cese, el pez tragándose a Jonás y tres días después vomitando al profeta ileso, y el repentino crecimiento y muerte de una calabaza se han etiquetado como no históricos porque tales cosas no suceden hoy.
Esta afirmación podría tener una base si el libro de Jonás afirmara que eran sucesos ordinarios en ese entonces. Pero no lo hace.
Relata eventos en la vida de alguien que fue especialmente comisionado por Dios.
Por lo tanto, quienes sostienen que estas cosas simplemente no podrían haber sucedido son los mismos que niegan la existencia de Dios.
También niegan la capacidad de Dios para afectar las fuerzas naturales y la vida vegetal, animal y humana de una manera especial para su propósito.
REFERENCIAS:
JONAS, diccionario bíblico
http://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/1200002504
JONAS, LIBRO HISTORIAS BIBLICAS
http://www.jw.org/es/publicaciones/libros/Historias-b%C3%ADblicas/parte-4-primer-rey-de-israel-a-cautiverio-en-babilonia/Historia-70-Jon%C3%A1s-y-el-gran-pez/
--National Geographic (diciembre de 1992)
--Mammals of the World, de Walker, revisión de R. Nowak y J. Paradiso, 1983, vol. 2, pág. 901.
--Australian Zoological Handbook, “The Fishes of Australia”, de G. P. Whitley, Sydney, 1940, Parte 1: “The Sharks”, pág. 125;
--The Natural History of Sharks, de R. H. Backus y T. H. Lineaweaver III, 1970, págs. 111, 113
--Scientific American (septiembre 1969, pág. 162)
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