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domingo, 2 de febrero de 2014

MITOS Y REALIDADES DE LA EVOLUCION Y DARWIN

Mitos y realidades de la evolución

“La evolución es una realidad tan innegable como el calor del Sol”, asevera el destacado biólogo evolucionista Richard Dawkins.16 Que el Sol es caliente, es demostrable tanto por observación directa como por experimentos. Pero ¿es posible probar de forma incontestable la validez de la teoría de la evolución basándose en la observación y la experiencia?

Antes de responder a esta pregunta, cabe aclarar algo. Los científicos han notado que los seres vivos pueden experimentar cambios menores a lo largo de generaciones. Por ejemplo, mediante el cruzamiento selectivo, los criadores de perros obtienen individuos con patas más cortas o pelo más largo que sus antecesores.* Algunos científicos engloban estos leves cambios bajo el nombre de microevolución.

Los evolucionistas afirman que la acumulación gradual de pequeños cambios en el lapso de miles de millones de años provocó los grandes cambios necesarios para que los peces se convirtieran en anfibios y los simios en hombres. Este hipotético proceso recibe el nombre de macroevolución.

Charles Darwin enseñó, por ejemplo, que las pequeñas variaciones observadas en la naturaleza indican que cambios mucho mayores —que nadie ha presenciado— también son posibles.17 Según él, ciertas formas de vida primigenia, supuestamente simples, sufrieron una serie de “modificaciones ligerísimas” a lo largo de vastos períodos de tiempo hasta originar los millones de formas vivas que hay en la Tierra.18

Muchos consideran lógico este postulado. Razonan que si en una especie pueden ocurrir variaciones menores, ¿por qué no podría la evolución producir modificaciones mayores a lo largo de extensos períodos de tiempo?* Pero la realidad es que la teoría evolucionista descansa sobre tres mitos. Veamos.

Mito 1. Las mutaciones proveen la materia prima para la creación de nuevas especies. La teoría de la macroevolución gira en torno a la idea de que las mutaciones —cambios aleatorios en el código genético de plantas y animales— pueden originar no solo nuevas especies, sino familias completamente nuevas.19

Realidad. Muchos de los caracteres de las plantas y los animales vienen determinados por las instrucciones del código genético, los planos contenidos en el núcleo de cada célula.* Aunque se ha descubierto que las mutaciones pueden producir alteraciones en los descendientes de los seres vivos, ¿generan de verdad especies enteramente nuevas? ¿Qué ha revelado un siglo de investigaciones en el campo de la genética?

A finales de la década de 1930, la comunidad científica abrazó efusivamente una novedosa idea. Si la selección natural —el proceso por el que las criaturas mejor adaptadas al medio sobreviven y se propagan— podía producir nuevas especies vegetales a partir de mutaciones aleatorias, como se pensaba, seguro que el hombre sería capaz de hacer lo mismo, y de un modo más efectivo, mediante la selección artificial de las mutaciones. “Se desató la euforia entre los biólogos en general y entre los genetistas y criadores en particular”, dice Wolf-Ekkehard Lönnig, científico del Instituto Max Planck para la Investigación de la Reproducción Vegetal en Alemania.* ¿Por qué tanta euforia? Lönnig, quien lleva unos treinta años estudiando las mutaciones genéticas en vegetales, explica: “Los investigadores pensaron que había llegado la hora de revolucionar el método tradicional de crianza de plantas y animales. Creyeron que provocando mutaciones y seleccionando las que fueran beneficiosas obtendrían nuevas y mejores variedades”.20 Algunos hasta esperaban ver surgir especies completamente nuevas.

Gracias a generosos aportes, científicos de Estados Unidos, Asia y Europa pusieron en marcha programas de investigación en los que emplearon métodos que prometían acelerar el proceso evolutivo. ¿Qué resultados arrojaron más de cuatro decenios de intensa labor? “Pese a todo el dinero invertido —afirma el investigador Peter von Sengbusch—, los intentos de conseguir variedades de mayor rendimiento mediante radiación [para inducir mutaciones] fracasaron ostensiblemente.”21 Y Lönnig señala: “Para los años ochenta, las esperanzas y la euforia de los científicos habían terminado en un fracaso mundial. La selección por mutación como una rama autónoma de investigación fue abandonada por los países occidentales. Casi todos los mutantes [...] morían o eran más débiles que las variedades silvestres”.*

Las investigaciones de cien años sobre las mutaciones en general y de setenta años sobre la selección por mutación en particular bastan para que los científicos determinen si es posible que las mutaciones generen nuevas especies. Después de examinar las pruebas, Lönnig concluyó: “Las mutaciones no pueden transformar una especie original [vegetal o animal] en otra totalmente nueva. Esta conclusión armoniza con los resultados de todos los experimentos y estudios sobre mutaciones realizados en el siglo 20, así como con las leyes de la probabilidad”.

Por tanto, ¿pueden las mutaciones convertir una especie determinada en una completamente distinta? Las pruebas demuestran que no. Los estudios de Lönnig lo llevaron a concluir que “las especies debidamente definidas tienen límites claros que las mutaciones accidentales no pueden eliminar ni traspasar”.22

Lo anterior tiene muchas implicaciones. Si científicos consumados son incapaces de producir nuevas especies induciendo mutaciones y preservando las que sean útiles, ¿qué probabilidades hay de que un proceso carente de inteligencia lo haga mejor? Si las investigaciones demuestran que las mutaciones no pueden transformar una especie original en otra totalmente diferente, ¿cómo, entonces, podría tener lugar la macroevolución?
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Muchos biólogos y otros científicos creen que el ADN y sus instrucciones codificadas son el resultado de procesos aleatorios, no dirigidos, que tuvieron lugar a lo largo de millones de años. Dicen que no hay prueba de diseño ni en la estructura de esta molécula ni en la información que contiene y transmite ni en su funcionamiento.(17b)

¿Qué dice la Biblia? La Biblia indica que la formación de las partes del cuerpo, así como la secuencia en que aparecen, entraña la existencia de un libro simbólico cuyo autor es Dios. Notemos la siguiente descripción inspirada que hizo el rey David: “Tus ojos [los de Dios] vieron hasta mi embrión, y en tu libro todas sus partes estaban escritas, respecto a los días en que fueron formadas y todavía no había una entre ellas” (Salmo 139:16).

¿Qué revelan las pruebas? Si la evolución es cierta, entonces la hipótesis de que el ADN es el resultado de una serie de hechos fortuitos debe ser, como mínimo, razonablemente posible. Y si la Biblia dice la verdad, entonces debe haber prueba sólida de que el ADN es el producto de una mente ordenada e inteligente.

Explicado en los términos más sencillos posibles, el tema del ADN es bastante comprensible... y fascinante. Por eso, hagamos otro viaje al interior de la célula, pero esta vez será una célula humana. Imaginemos que vamos a un museo concebido para enseñar cómo funciona una célula humana típica. El edificio entero es una réplica perfecta ampliada trece millones de veces. Su tamaño es el de un gigantesco estadio deportivo, de esos que tienen capacidad para 70.000 personas..."

HECHOS Y PREGUNTAS

▪ Hecho. El eficaz empaquetamiento del ADN en los cromosomas ha sido catalogado como una “proeza de la ingeniería”.

Pregunta. ¿Cómo podría semejante orden y organización ser el resultado de hechos aleatorios?

▪ Hecho. Hoy por hoy, en esta era informática, la capacidad del ADN para almacenar información no tiene par.

Pregunta. Si los técnicos informáticos no pueden emular tal capacidad, ¿cómo podría conseguirlo la materia carente de inteligencia?

▪ Hecho. El ADN porta todas las instrucciones necesarias para construir un cuerpo humano único y mantenerlo mientras viva.

Pregunta. ¿Cómo podría haberse originado tal escritura sin un escritor, o tal programa sin un programador?

▪ Hecho. Para que el ADN funcione tiene que ser copiado, leído y corregido por una legión de complejas máquinas moleculares llamadas enzimas, que deben trabajar conjuntamente con precisión y perfecta sincronización.

Pregunta. ¿Cree usted que mecanismos tan complejos y fiables pueden aparecer por azar? Ante la ausencia de pruebas sólidas, ¿no equivaldría tal creencia a la fe ciega?

Fuente(s):

Referencias:
16. Dawkins, Richard: “Darwin & Evolution—The Illusion of Design”, Natural History (noviembre 2005), p. 37. 
17. Darwin, Charles: El origen de las especies, Grijalbo, 1957, pp. 391, 392 
18. Ib., p. 61. 
19. Muller, H. J.: “The Production of Mutations”, 1946, en Nobel Lectures, Physiology or Medicine 1942-1962, 1999, p. 162. 
20. Lönnig, Wolf-Ekkehard: “Expectations in Mutation Breeding”, en Mutation Breeding, Evolution, and the Law of Recurrent Variation, 2005, p. 48, y entrevista con Wolf-Ekkehard Lönnig. 
21. Lönnig, Wolf-Ekkehard: Mutation Breeding, Evolution, and the Law of Recurrent Variation, 2005, pp. 48-51. 
22. Ib., pp. 49, 50, 52, 54, 59, 64, y entrevista con Wolf-Ekkehard Lönnig.
23. “Evidence Supporting Biological Evolution”, en Science and Creationism—A View From the National Academy of Sciences, 1999, p. 10. 
24. Ib., p. 11. 
25. Grant, Peter R.: “Natural Selection and Darwin’s Finches”, Scientific American (octubre 1991), p. 87; Gibbs, H. Lisle, y Peter R. Grant: “Oscillating Selection on Darwin’s Finches”, Nature (11.6.1987), p. 511; Grant, Peter R., y B. Rosemary Grant: “Hybridization of Bird Species”, Science (10.4.1992), pp. 193-197. 
26. Williams, George C.: Adaption and Natural Selection, 1966, p. 54. 
27. Schwartz, Jeffrey H.: Sudden Origins—Fossils, Genes, and the Emergence of Species, 1999, pp. 317-320. 
28. “Evidence Supporting Biological Evolution”, en Science and Creationism—A View From the National Academy of Sciences, 2.a ed., p. 14. 
29. Eldredge, Niles: The Triumph of Evolution and the Failure of Creationism, 2000, pp. 49, 85. 30. Lewontin, Richard C.: “Billions and Billions of Demons”, The New York Review of Books (9.1.1997), pp. 28-32. 31. Larson, Edward J., y Larry Witham: “Scientists and Religion in America”, Scientific American (septiembre 1999), p. 91.
 
17b. Research News Berkeley Lab, contacto: Lynn Yarris: “Molecular DNA Switch Found to Be the Same for All Life”, http://www.lbl.gov/Science-Articles/Arch... , p. 1 de 4 (consulta: 10.2.2009)

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